El Efecto Placebo y las Endorfinas

El efecto placebo y las endorfinas


En la historia del tratamiento del dolor se han destacado casos de enfermos que han logrado
suprimirlo parcial o totalmente ingiriendo productos inocuos. Se trata de un fenómeno conocido como
efecto placebo. Esta palabra quiere decir, en latín, «contentar»), «complaceré». Aunque este nombre no
se inventó hasta el siglo pasado, se sabe que los griegos conocían ya el efecto placebo.


Es bastante fácil que algunos de los misteriosos brebajes que durante la Edad Media brujos y
curanderos suministraban a sus pacientes tengan mucho que ver con el efecto placebo.

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Según el doctor Herbert Benson, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, «en
muchas ocasiones el efecto placebo mejora el estado del enfermo y por ello mismo es un aspecto esencial
de la medicina».

A menudo, sobre todo en casos extremos, los médicos se han encontrado que o no podían seguir
administrando sedantes a sus enfermos, o simplemente que éstos ya no reaccionaban a ellos. Entonces les
han dado otras sustancias que, a pesar de no ser calmantes, han logrado producir los efectos de éstos en
el paciente. Un simple comprimido de azúcar o una inyección de suero pueden bastar para producir el
efecto deseado.


Durante muchos años, el aparato médico no ha tenido muy en cuenta el efecto placebo, pero
actualmente ha de rendirse ante la evidencia. No se trata, como se creía, de algo meramente psicológico,
sino de un efecto real y comprobado por miles de médicos en centenares de hospitales y clínicas. Que
una simple aspirina pueda calmar dolores en los que la morfina ya no es eficaz, no depende obviamente
de la aspirina, sino de algo que se halla en el interior del enfermo.


Lo primero que se dijo es que se trataba de autosugestión o de algún tipo de perturbación
psicológica debida al dolor que el paciente había tenido que soportar. Pero con todo, este extraño
fenómeno resultaba desconcertante; sin embargo, a raíz del descubrimiento de las endorfinas, veremos
cómo el efecto placebo puede entenderse mejor.

El doctor J. Le vine, en un artículo que apareció en The Luincet titulado «El mecanismo de la
analgesia por placebo» publicó los resultados de sus investigaciones de la relación de las endorfinas y el
efecto placebo. El doctor Levine utilizó en su experimento pacientes que sufrían dolores de muelas
especialmente rabiosos. Dividió a estas personas en dos grupos y proporcionó a uno de ellos placebo
con el fin de calmar sus dolores. Este alivió considerablemente los dolores de los pacientes. Sin
embargo, al serles suministrada Naxolona, un antagonista típico de la morfina, el efecto del placebo
desapareció y los pacientes volvieron a tener dolor de muelas.


Así, pudo demostrarse que el efecto placebo no era una cuestión psicológica, sino que de un modo u
otro el cerebro del paciente había segregado alguna sustancia de características semejantes a la morfina.
También se hizo el experimento contrario: antes de suministrar el placebo, se inyectó Naxolona a
los enfermos, y se vio que el placebo no surtía ningún efecto.

Es lícito preguntarnos qué hace que tenga lugar el efecto placebo y qué papel desempeñan las
endorfinas en él. Se ha visto, a través de la práctica, que existe una estrecha relación entre el efecto
placebo y la confianza que tiene el enfermo tanto en el médico como en la medicación. Esta confianza
tiene, obviamente, que ver con la memoria.

 Es, en última instancia, una cuestión psicológica, pero no por
ello deja de ser real. Sin duda, se trata de algo muy complejo e individualizado, pero lo que sí es
evidente es que las endorfinas desempeñan un papel esencial en el efecto placebo. Se ha comprobado,
además, que los placebos amargos suelen surtir mejor efecto que otros; ello se debe, sin duda, a la
creencia de que si tiene mal gusto es que cura: sabe a medicina.

Cuando un paciente está convencido de que una medicina le sentará bien, posiblemente será así,








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