Quien
se conoce a sí mismo tiene muchas posibilidades de ampliar sus
horizontes, sus propias
"fronteras" personales y "triunfar" en su vida.
Pero llegar a conocerse a sí mismo es
mucho más que mirarse al espejo. Normalmente, aquello que los demás
ven en nosotros
o lo que nosotros mismos vemos como primera impresión, son
características superficiales
de nuestro ser. Además de ello, hay una cantidad de
"características" de las que
no siempre nos "damos cuenta" y que son parte básica de
nuestra personalidad.”
(Charles
T. Tart, Profesor de Psicología, Universidad de California)
Teoría
procedente de la Psicología transpersonal, el Eneagrama no es más
que
un
método de autoconocimiento, de acercamiento al sí mismo, a la
propia esencia que
es el yo despojado de capas y máscaras, el Yo desnudo.
Eneagrama
procede del
griego “enneas”, que significa “nueve” y se llama así porque
efectivamente clasifica
en nueve las distintas personalidades humanas desnudas.
El
origen del Eneagrama se asienta, hace 2.000 años entre los sufíes
de
Babilonia.
Aunque este origen es poco claro, lo que sí es cierto es que surge
en
los
círculos místicos del Islam, como fuente de conocimiento para la
renovación de los
musulmanes, traspasada de maestro a maestro a través de
generaciones.
Los grandes
difusores de esta ciencia fueron principalmente dos: George Gurdjieff (1877-1949),
científico ruso y guía espiritual fue quien introdujo el Eneagrama
en Europa;
y Oscar Ichazo, boliviano que aprende el Eneagrama de un misterioso maestro
sufí, y a quien se atribuye el logro de sistematizar las enseñanzas
del Eneagrama
y de iniciar la tradición de una forma más directa.
Entre
la Psicología y la Religión, actualmente el Eneagrama ha sido
incorporado,
como
técnica de conocimiento y crecimiento personal, por muchas
comunidades
religiosas
cristianas (Jesuitas, Franciscanos...), y funciona con independencia
de
creencias
o tendencias sociales como filosofía y como terapia psicológica.
·
El Uno: El perfeccionista – La ira.
El
Uno es una persona con un rigor ético muy elevado que le lleva a
buscar la
perfección
en todo. Su gran nivel de exigencia para sí mismo y para los demás
le lleva
a un estado de incomodidad ante el mundo, necesariamente imperfecto,
que le
rodea, y este estado de insatisfacción lo convierte en ira. Los Unos
son una olla a
presión, cuya rabia controlada puede manifestarse de diferentes
formas:
Superioridad
frente a las limitaciones de los demás, Perfeccionismo para consigo
mismo
y los otros, Crítica constante y tendente a detectar los errores de
los demás y
del funcionamiento del sistema circundante. Su máximo deseo es tener
la razón y
se creen con frecuencia en posesión de la verdad absoluta, temiendo
ser corregidos.
Eminentemente prácticos y realistas, viven de la objetividad y no de
la imaginación.
Su
aspecto físico es limpio y bien arreglado. Son tipos clásicos en
todo. Altos,
delgados,
y siempre preocupados por mantenerse bien físicamente. Su postura es rígica,
con la mandíbula bien apretada y la frente alta.
Su
imagen representa serenidad autocontrolada.
·
El Dos: El que da – El orgullo.
El
Dos es el típico sentimental que vive para los demás, se da al otro
como forma de
vivir su propio orgullo. Su actitud aduladora y seductora no es más
que una maniobra
para recibir afecto en reciprocidad, para sentirse queridos.
Puede
llegar a
ser un manipulador afectivo. Su orgullo puede manifestarse de
diferentes formas:
Hipervaloración como necesidad de sentirse necesario para los demás; hipersensibilidad
emotiva como miedo a sentirse rechazado, en cuyo caso se repliega
en sí mismo e incluso puede volverse agresivo; seducción mediante
el empleo
de técnicas verbales o no, con el fin de atraer la atención de
aquellas personas
a las que admiran.
La
virtud del Dos es la humildad, mientras que su pasión es el orgullo.
Son
llamados
el “Disolvente General del Eneagrama” pues se desenvuelven y se
llevan bien
con una gran variedad de personas y personalidades; son consejeros
ideales, acogedores
y transmiten calidez e intimidad.
·
El Tres: El organizador – La vanidad.
El
tres es un incesante buscador del éxito en todo lo que hace, para lo
cual se vale de
la manipulación y la mentira con el fin de embellecer la realidad y
conseguir sus propósitos.
Esta tendencia al engaño puede manifestarse de varias formas:
orientación
al éxito y extremada competitividad; manipulación como arte para
conseguir
la admiración de los demás; pragmatismo, lo práctico es su
filosofía de vida;
ambigüedad, vive dos vidas, una de cara al exterior adornada de
apariencias y
otra interior que guarda con recelo.
Viven
de la imagen y conservan una apariencia enérgica y cautivadora.
Buenos
conversadores,
comunican con persuasión y gozan de gran carisma. Son
arrogantes,
presumidos y hasta se impresionan consigo mismos.
·
El Cuatro: El romántico – La envidia.
Los
cuatro perciben la belleza de las cosas e interiorizan todo, su
tremenda
sensibilidad
les lleva hacia la constante melancolía y hacia el sentimiento de
sentirse
especiales, diferentes del resto. Suelen ser artistas, poetas,
músicos, y
saben
expresar muy bien lo que piensan y sienten.
Románticos
apasionados e introspectivos, su pasión es la envidia, el anhelo de
lo que
los demás poseen y ellos no pueden tener. Podría decirse que se
alimentan de
la añoranza y disfrutan sufriendo. Las manifestaciones de esa
envidia pueden adoptar
distintas formas: Insatisfacción con la imagen personal,
competitividad a la hora
de medirse con los demás, excesiva intensidad emotiva como medio
para sentirse
vivo y especial, incesante búsqueda de afecto y estado de continuo
recreo en
su sufrimiento, gustándose de ver en el papel de víctima.
·
El Cinco: El intelectual – La avaricia.
El
cinco es un buscador nato de conocimientos. Sediento procesador y
acumulador
de datos, vive su vida metido entre libros, acaparando sabiduría
toda para
sí, lo que le convierte en una especie de ser asocial, huraño y
avaro.
Las manifestaciones
de esta avaricia pueden ser: tendencias a no comunicar sus
propios
conocimientos, desapego social, emotividad distante en el plano
afectivo.
Los
cinco tienen el aspecto frío y distante de aquel que vive en su
propio rincón
sobrio,
ajenos a todo, monásticos y guardianes de su autonomía.
·
El Seis: El leal – La cobardía.
Tipos
contradictorios los seis, basan su virtud, la valentía, en su pecado
de
cobardía.
Constantes catastrofistas, tienen miedo de todo, pero a su vez, saben
enfrentarse
y se levantan siempre con persistencia y determinación después de
haber
caído.
La
cobardía de los Seis se manifiesta del modo siguiente: cumplimiento
estricto de las
reglas, inseguridad y duda ante la toma de decisiones propias por
temor a equivocarse,
constante desconfianza y sospecha de las intenciones de los demás, intolerancia
hacia las ambigüedades ya que todo tiene que estar bajo control, las situaciones
fuera de orden les provocan ansiedad.
Mentes
despiertas por naturaleza, son los constantes preocupados y
angustiados. Piensan
que la vida es dura y hay que luchar por conseguir las cosas,
sintiéndose como
guerreros en una ardua y constante batalla.
·
El Siete: El optimista – La gula.
La
eterna sonrisa y el colorido dan vida al Siete. Optimistas por
naturaleza, gustan de
disfrutar de los placeres de la vida y gozar de los instintos. Esta
tendencia se manifiesta
de estos modos: narcisismo, maniobras de seducción para atraer hacia sí
a los demás, entusiasmo fácil ante las novedades pero falta de
perseverancia frente
a las dificultades, oposicionismo frente a la autoridad en la medida
en que ésta
puede coartar sus comportamientos libertinos.
Idealistas,
mercaderes de sueños, tan sólo piensan en la satisfacción
instantánea, en
superficialidades de las que en seguida se cansan. No soportan la
rutina ni los compromisos
y huyen de los problemas; su máxima es “estoy bien, si estoy contento”.
·
El ocho: El líder – La lujuria.
Los
Ocho son líderes, soberanos, atraedores de masas por su gran
carisma. La
virtud
del Ocho está en la inocencia y su pasión es la lujuria, la
búsqueda del
placer
de un modo desordenado. La manifestación de este pecado adoptará
distintas
formas: exceso de control sobre su espacio y sus decisiones;
tendencia a la
acción, a resultados, sin importar el peso de los sentimientos
propios o ajenos; tendencia
al sarcasmo y a la humillación para mostrar su propia valía;
resistencia ante
todo lo que pueda obstaculizar su libertad o disfrute; excesiva
pasión, exagerada
intensidad.
Mantienen
la imagen del héroe clásico que alimenta al pobre, robando al rico.
Directos,
pasionales, odian la debilidad, y disfrazan de fuerza y poder su
propia
vulnerabilidad.
·
El Nueve: El mediador – La pereza.
Los
Nueve son personajes taimados, tranquilos, amables y humildes, cuyo
gran
pecado
es “deja para mañana lo que no puedas hacer hoy”. Su tendencia
es a la
omisión,
al no hacer, al no decir; prefieren dejar a otros los problemas,
evitan los conflictos
que pueden perturbar su parsimonia innata. La pereza puede asumir estas
manifestaciones: resistencia al cambio, aman la rutina; se olvidan de
sí mismos
y tienen tendencia a dejarse pasar desapercibidos; evasiones de
diversa índole
con tal de alejarse de los problemas y preocupaciones; compensación
de su
débil identidad mediante la dependencia hacia sus posesiones o
personas de su
entorno íntimo.
"Cada
personalidad humana es como una pieza de música, posee un tono
individual
y un ritmo propio"
Sandra
Mª Cerro
Grafóloga
Gracias por leer Eneagrama, Qué tipo de Personalidad Eres
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